Mujeres en el Olvido es un espacio para recuperar las voces de mujeres silenciadas por la historia. Científicas, artistas, pensadoras e inventoras que marcaron el mundo y no recibieron el reconocimiento que merecían. Reivindicamos su legado con mirada feminista.

Senda Berenson: la madre del baloncesto femenino

¿Cómo es posible que el baloncesto femenino tenga una “madre”... y casi nadie recuerde su nombre?

Cuando hablamos de figuras que revolucionaron el deporte, solemos pensar en atletas olímpicos o entrenadores legendarios. Pero la historia del deporte, el basketball el femenino, tiene una pionera fundamental que fue ignorada durante décadas: Senda Berenson, una mujer que no solo adaptó un deporte para las mujeres, sino que también lo convirtió en una herramienta de transformación social.

la madre del baloncesto femenino

¿Quién fue Senda Berenson?

Nacida en 1868 en lo que hoy es Lituania, Senda Berenson emigró junto a su familia a Estados Unidos cuando era una niña. Su infancia no fue fácil: luchó con problemas de salud y una fragilidad física que la acompañó durante años. Pero lo que muchos veían como una debilidad se convirtió en su motivación. Encontró en el ejercicio físico una vía para mejorar su bienestar... y más adelante, el inicio de un cambio que impactaría a miles de mujeres.

En una época donde la educación física para mujeres era casi inexistente y el deporte se consideraba poco femenino, Senda decidió ir en contra de todo.

La llegada del baloncesto... y su visión transformadora

En 1891, James Naismith inventó un nuevo juego con pelotas y cestas colgadas en los extremos de un gimnasio. Lo llamó “basket ball”. Un año después, Senda Berenson, ya como profesora de educación física en el prestigioso Smith College, leyó sobre este nuevo deporte y vio una oportunidad: ¿por qué no adaptarlo para las mujeres?

Pero el baloncesto de Naismith era rápido, físico y exigente. Senda entendía que, si quería introducirlo en una institución femenina conservadora, debía hacerlo con inteligencia. Entonces reescribió las reglas: dividió la cancha en zonas para reducir el esfuerzo, limitó el dribbling, prohibió el contacto físico y reforzó el trabajo en equipo por encima de la competencia agresiva.

No buscaba crear una versión “más débil” del deporte. Quería que fuera accesible, seguro y compatible con la realidad de las mujeres de su tiempo, que apenas comenzaban a luchar por sus derechos básicos.

El primer partido de baloncesto femenino

El 21 de marzo de 1893 ocurrió algo histórico: se celebró el primer partido oficial de baloncesto femenino, entre estudiantes del Smith College. No hubo público masculino. De hecho, estaba prohibido. Pero ese día, el deporte femenino dio un salto irreparable hacia adelante.

Aquel juego, organizado por Senda Berenson, no fue solo una competencia. Fue un acto de rebeldía, de afirmación y de visión de futuro.

Un legado escrito… y casi olvidado

Berenson no solo entrenó y organizó partidos. Publicó el primer manual oficial de reglas del baloncesto femenino en 1899, sentando las bases para su expansión por todo Estados Unidos. Su enfoque pedagógico fue clave: el deporte debía ser una herramienta para el desarrollo físico, emocional y social de las jóvenes.

Durante décadas, su modelo fue adoptado por escuelas, universidades y clubes. El baloncesto femenino creció, aunque muchas veces bajo sombras y restricciones que no existían en el masculino.

Sin embargo, a pesar de su impacto, su nombre desapareció de los libros de historia del deporte durante mucho tiempo. El foco siempre estuvo en los grandes logros del baloncesto masculino. Pero el juego para mujeres... también tenía una fundadora.

Reconocimiento tardío, pero merecido

No fue hasta 1985 —más de medio siglo después de su muerte— que Senda Berenson fue incluida en el Salón de la Fama del Baloncesto Naismith Memorial, el mismo que honra a los íconos más grandes del deporte. Fue la primera mujer en recibir ese honor.

Una victoria póstuma, sí. Pero una que repara (aunque sea parcialmente) la injusticia histórica de haber ignorado su contribución.

Más que una profesora: una visionaria

Lo que hizo Senda no fue solo adaptar un deporte. Fue empujar las fronteras de lo que las mujeres podían hacer en la sociedad. En un tiempo donde se creía que correr o sudar era perjudicial para una dama, ella demostró lo contrario: que el ejercicio fortalecía el cuerpo, pero también el carácter, la autonomía y la autoestima.

El baloncesto fue su excusa. El empoderamiento femenino, su verdadero objetivo.

¿Por qué deberíamos recordar a Senda Berenson?

Porque muchas niñas que hoy sueñan con jugar en una cancha, con botines o pelotas, no tendrían ese derecho sin mujeres como ella.

Porque mientras el mundo les cerraba la puerta, Senda inventó una llave.

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